AMBIENTES ARMÓNICOS
Perspectiva Psicológica
Los educandos que asisten a las aulas hoy, mantienen la atención por intervalos muy cortos, constantemente se distraen, hablan mucho y escriben poco y les cuesta bastante trabajo dedicarle a una tarea determinada el tiempo suficiente para que ésta tenga los requisitos mínimos de calidad.
Constantemente buscamos explicaciones simplistas que no ayudan en nada en la búsqueda de una solución definitiva a un problema de esa magnitud, hablamos de niños irrespetuosos, con pérdida de valores, a veces se forma un círculo vicioso entre la escuela y la familia culpándose mutuamente o atribuyendo al otro la responsabilidad de educar a los hijos; y en esta maraña de confusiones ocasionadas por la desesperación que genera esta inédita problemática se deja de lado el hecho de ir al fondo del problema; mismo que no puede ser postergado por más tiempo. Analicemos pues una de esas causas: Los umbrales de la percepción.
Umbral absoluto: Se denomina así a la intensidad que debe tener un estímulo para que pueda ser detectado conscientemente. Se encuentra comprendido entre el umbral mínimo y el umbral máximo. El primero se refiere a la intensidad más baja que requiere cada uno de los sentidos para poder captar los estímulos externos. Por ejemplo hay sonidos que no pueden ser captados por el oído humano por su baja frecuencia, sin embargo eso no significa que no existan, simplemente se necesita cierto volumen para poder escucharlos. El umbral máximo en cambio se refiere a la mayor intensidad que tienen los estímulos para que puedan ser distinguidos por los sentidos.
Umbral diferencial: Se le llama así a la diferencia mínima necesaria en la intensidad de dos estímulos para que puedan ser conscientemente detectados como diferentes. Por ejemplo, si tengo sobre mi mano un objeto que pesa un kilogramo y coloco un gramo más tal vez no sea notoria la diferencia, en cambio, si ponemos medio kilogramo más es más fácil notar el cambio. Sobre este concepto la Ley de Weber señala que “el umbral diferencial es una proporción y no una constante. Por eso, para diferenciar entre dos estímulos de alta intensidad se necesita una cantidad mayor que para diferenciar entre dos estímulos de baja intensidad. Por ejemplo: es posible detectar la diferencia entre 1 y 2 libras, pero no entre 50 y 51 libras.
Para que un estímulo pueda ser captado por los sentidos necesita de un umbral mínimo, durante muchos años el entorno permitía que las personas fuéramos capaces de poner atención a lo que sucedía a nuestro alrededor debido a que los sentidos estaban ampliamente dispuestos para ello, por lo regular empleábamos en esa tarea un sentido a la vez, por ejemplo, las generaciones que vivieron en la época de las radionovelas, tenían el oído presto a los voces y sonidos que emanaba el aparato transmisor; Por supuesto que como estudiantes también nos entusiasmábamos con los relatos de los maestros o las personas mayores y echábamos a volar la imaginación recreando de esa manera los sucesos que escuchábamos. Con la llegada de la televisión como medio audiovisual, el uso de la vista fue necesario como complemento del oído y con ello, el ejercicio de la imaginación quedó relegado. La revolución tecnológica que estamos viviendo en nuestros días ha provocado que las nuevas generaciones estén expuestas desde su nacimiento a una prolongada y variada cantidad de estímulos que ha cambiado rotundamente su forma de utilizar los sentidos y como consecuencia de percibir el mundo que les rodea, en este caso en particular, no se trata de un asunto ético, sino de naturaleza biológica con implicaciones en el área de la psicología.