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CONDUCTA    VIOLENTA

      El alumno agrede, los otros le responden, las quejas aumentan y la paciencia del docente se debilita. No se logran mejorías a pesar de los intentos (fallidos por cierto) de hablar con los padres, mandarlos a terapia, exigirles la imposición de reglas y obediencia o ejercer poder sobre el alumno, de haber intervenido en un nivel anterior seguramente esto no sería tan difícil.
     Cuando hay presencia de conducta violenta, el maestro o la maestra  se desesperan e intentan correctivos que en lugar de resolver sólo agudizan la crisis. Frecuentemente, la única salida que encuentran es “expulsar” o elegantemente buscar otro servicio educativo al niño.
 

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